La noche del sábado era fría y lluviosa, e invitaba a encerrarse varias horas en un club para ver y escuchar buen rock y beberse algo. La publicidad del festival Rock Party nos emplazaba en la sala Painting the Monkey; a primera vista, un lugar no muy apropiado para un evento de estas características. Tocaron cuatro bandas, en el orden siguiente: Space Chicken, Delber Grady, Atomgrado y Six Miles Wide que bajaron desde Pamplona para la ocasión.
El frío de la capital no desanimó a los valientes que acudimos a la sala ‘Painting the Monkey’. Viajamos entonces a unos cuantos miles de kilómetros, alejándonos de nuestra realidad, para ser transportados a la ciudad en ruinas llamada Atomgrado.
Pese a problemas con el horario (y como consecuencia el recorte en el número de canciones) la banda supo meterse al público en el bolsillo. Cada canción de esta banda madrileña refleja historias variopintas, que van desde la sencilla felicidad que aporta un paseo por las ‘Streets of Atomgrado’, pasando por el estrés mismo que puede causar con ‘World Overdose’; incluso hay historias más complejas como ‘Waltzburgo Smile’, donde un chico enamorado descubre que la chica a la que adora es una prostituta, y otras como el primer single de la banda, en la que el demonio va en busca del alma de un desafortunado pecador en ‘The Sicilian’.
El robo en un museo (’14 Rupees’), la historia de unos siameses (‘Ballad of Protonburgo’) e incluso la historia del desastre nuclear que dejó la ciudad en ruinas (‘La plage’) son otras de las historias que completan el setlist con el que Atomgrado deleitó al público que se acercó a la sala a presenciar el espectáculo.
A pesar de su poco tiempo como banda (aunque sus integrantes llevan años dedicándose a la música en numerosos estilos), se atreven a componer en inglés (e incluso en francés, con ‘La plage’), un arriesgado experimento que sin embargo les ha salido bien, y como resultado, podéis conseguir su disco y corroborarlo. ¿Y quién sabe? Quizás nos veamos en el próximo concierto.

Sobre Space Chicken diré que me gustaron bastante. Ya conocía a dos miembros del grupo (de haberles visto tocar en Crimes, otro proyecto muy interesante) y en esta ocasión volvieron a demostrar su maestría y sus tablas en el escenario. Esta banda, de nombre lisérgico, factura una especie de Rock-Funk mezclado con otras músicas. En un tema pueden pasar, tranquilamente, de un jazz latino a un rock más potente. En este, su primer bolo, tuvieron a todo el mundo moviéndose desde el primer tema, hasta el último. El gran Oscar Rough, a los teclados, tocaba el bajo con su mano izquierda al estilo de Ray Manzarek de The Doors (al parecer su bajista les dejó ¡unos días antes de la actuación!) mientras que con la derecha, disparaba alucinantes líneas de piano y órgano.
El extraño Angela Merkel (AKA Winnie the Pooh Uk and Ireland) a la guitarra y a las voces, aportaba bizarras líneas de guitarra, unas veces más directas y otras más atmosféricas, pero siempre tocadas de una forma impecable y cristalina. En cuanto a su batería Juan feo Esquivias llevó el pulso de la banda perfectamente.
Space Chicken es un pedazo de banda para disfrutar en directo. Si en su primer concierto fueron capaces de tocar así, no quiero imaginarme lo que vendrá después. Totalmente recomendables.

Delber Grady, estuvieron un poco más fríos, aunque sonaron mejor. En mi opinión Space Chicken se lo pusieron difícil, pero lo hicieron muy, muy bien. Su propuesta es muy personal. Con un sonido muy característico. A veces psicodélico, otras más directo, su Rock fusión no te dejará indiferente, eso seguro. Red Laurent (también en Crimes) estuvo increíble a las guitarras, tanto en las partes más rítmicas como en las solistas. Este tío toca de una forma impresionante, se atreve con cualquier cosa y controla su sonido de forma impecable. En el bajo encontramos a Angela Merkel (again!), que demostró que también le pega a las cuatro cuerdas y que lo hace bien. Pablo Levin le dio bastante caña a la batería, imprimiendo en sus ritmos contundencia y elegancia cuando las canciones lo requerían, impulsando a la banda con bastante carácter.
El cantante Tambor Ja es, creo yo, bastante bueno. Su forma de moverse y sus variados registros le convierten en un frontman original y sorprendente. Quizá, debido al minúsculo escenario, no le vimos demasiado cómodo. Un momento a destacar fue cuando sonó Green and Grady. Un gran tema, que en directo, gana muchos enteros.
Delber Grady es una banda muy original. Si quieres escuchar algo diferente y bien hecho, no te los pierdas en directo.

En cuanto a Six Miles Wide, animaron el final de la velada con su Hard Rock festivo.
Hard Rock Angelino de finales de los 80s, fusionado con Hard Rock Escandinavo de finales de los 90s fue lo que nos ofrecieron, eso sí; con una gran actitud en el escenario. Buenos temas en una onda Motley Crüe, Backyard Babies, Hardcore Superstar o Buckcherry que divirtieron bastante al público, que bailó y coreó sus temas.
Los guitarrazos de Adrian Miles Deville y la voz potente y desgarrada de Erik Norling (con un extraño parecido físico a Vince Neil) consiguieron revolucionar la sala en un par de ocasiones…
Hacia el final del concierto tocaron una versión de Born to be Wild de Steppenwolf que todo el mundo acabó coreando. Resumiendo: Six Miles Wide es una gran banda, con buena actitud, mucha profesionalidad (tuvieron problemas técnicos y nadie pareció enterarse) y con un gran show.
En definitiva: Una gran noche la que protagonizó el festival Rock Party, con buenas bandas, buen rock y un ambiente formidable. Para repetir.
Laura Velázquez García y Jack Reacher.