Década de los 80. Los estamentos del nuevo género se mantienen aún intactos. Los riffs Sabbatheros están ahí, en honor a los padres de la bestia (con un sonido más distorsionado y moderno gracias a los equipos de audio, que son cada vez mejores), también la solemnidad, el misticismo y un posicionamiento misterioso y anti hype, como estandartes. No olvidemos que, al mismo tiempo que el Doom se desarrollaba (primera década de existencia), se produjo una de las explosiones musicales y artísticas más importantes de la historia. El Heavy Metal daba sus primeros pasos.
La NWOBHM (New Wave of British Heavy Metal) comenzaba a pegar fuerte por entonces y el consumidor devoraba a Iron Maiden o Judas Priest (muy muy influenciados por Black Sabbath al comienzo de su andadura) con hambre de decibelios. Por otro lado, la vertiente más extrema del asunto creció lentamente, a un nivel más underground, con Napalm Death, Possessed, Venom o Death, contagiando a miles de jovenzuelos sedientos de caña. Así que, la corriente general avanzaba en una dirección opuesta al Doom. La tendencia derivaba hacia la velocidad y la técnica.
Aunque podríamos considerar el Doom como género primario y base para toda la música extrema que vendría después, curiosamente siempre se mantuvo, en órbitas alejadas del mainstream, empujado hacia estos límites, por otros géneros más llamativos y de mayor aceptación, incluso a ese nivel underground del que hablamos ahí arriba.
A pesar de esto, en la década de los 80, proliferaron las bandas doomeras, como hongos venenosos. Aquí van algunas de las más famosas. Escuchar este material, ayudará al lector de este artículo a entender la evolución de este interesante género.
Desde Estocolmo, por empezar desde algún sitio, surgieron los Candlemass de Leif Edling. Su primer disco se llamó “Epicus Doomicus Metallicus” (salió en 1986). Aunque Candlemass tenían un sonido bastante Heavy Metal, sus canciones poseen las características esenciales del género y los elementos que sirvieron para apuntalar con fuerza los preceptos del Doom. La voz, exageradamente dramática de su vocalista Johan Längqvist (que al final dejo la banda y que fue sustituido por Messiah Marcolin, que tampoco era mudo precisamente) y la épica de los temas, aportaron aditivos extra, que ayudaron al desarrollo del estilo.
Para cuando grabaron su segundo trabajo, ya se hablaba del Doom como un género consolidado. “Nightfall”, (que salió en el 1987) es visto por muchos como una de las obras cumbre del estilo. Y efectivamente es un gran álbum. La majestuosidad, la solemnidad y la seriedad que supura el disco, serán estudiadas y asimiladas por futuros Doom metaleros de la oleada noventera, como Paradise Lost, My Dying Bride o Anathema; todos británicos, por cierto.
The Obsessed fue otra banda importante; con el gran Scott “Wino” Weinrich (ahora leyenda del Doom) al frente. Este tipo cantó y toco la guitarra desde finales de los 70 y estuvo, donde había que estar, en lo que se refiere a este estilo. “Wino” grabó la famosa “Concrete Cancer” con The Obssesed, formó parte de Saint Vitus y más tarde fundó Spirit Caravan y The Hidden Hand.
Con Saint Vitus, desde la soleada California, Scott empujó con fuerza, ayudando a la expansión del estilo hacia nuevos territorios sónicos. Influenciados musicalmente por nuevas tendencias y grupos, como Black Flag y el Hardcore Punk (eso sí, sin terminar de soltar la mano de Iommi y los suyos) la banda grabó el clásico “Born to late” (en el 86). Destacables son también: “Saint Vitus” (1984) o “Hallow’s Victim” (de 1985).
Solitude Aeturnus, desde Texas, golpearon hacia el 87 (se llamaron Solitude hasta el 90) con las mismas armas. Su cantante Robert Lowe, formará parte de Candlemass ya entrados los 2000. Trouble, grupo de ideología cristiana, aportaron su parte, haciendo muy buena música desde el 79, grabando discos como “Psalm 9” (en el 84) y “The Skull” (en el 85). Ambos son considerados álbumes clave del Doom. Dadle una escucha a todo esto y veréis lo que es buena mierda de verdad.
Los tarados de Witchfinder General, heavy metaleros macabros y oscuros, surgieron desde Inglaterra y metidos en el saco de la NWOBHM, aportaron mucha enjundia. Sobre todo, ayudando con “el rollo”; lo petaron con las portadas de “Death Penalty” (en 1982) y “Friends of Hell” (en el 83). El «homenaje» a Sabbath estaba muy presente en sus temas, pegadle una oreja a «Free Country» de «Death Penalty» y veréis de lo que os hablo.
Los increíbles Cathedral de Lee Dorrian, (que merecen capítulo aparte y que efectivamente, lo tendrán más adelante ) y los Death SS desde Italia, contribuyeron con sus temas, diseños y textos a mantener todo lo ya edificado en buen estado (ósea; ruinoso y rodeado de niebla) y a formar una escena que goza de buena salud, hasta hoy en día.
El lector avezado, se percatará de que hubo muchas otras bandas que también sumaron y que no se han reseñado aquí. Esto, amigos, no pretende ser un índice. Respecto a los recién llegados, os animamos a que hagáis un poco de arqueología musical y profundicéis en el fangoso estrato del Doom primigenio. Con la tecnología de hoy en día, no será difícil descubrir muchas joyas ocultas y elaborar una playlist que seguramente os volará los sesos en vuestros raros de asueto. De momento, damos por finalizado el capítulo de la epidemia.