«Licancabur» (More Fuzz Records) de los franceses Red Sun Atacama es uno de los discos más divertidos y entretenidos que he escuchado en los últimos meses. Desde la intro hasta el último tema, este power trio me ha tenido enganchado, literalmente al equipo de música.
Su temática es original. «Licancabur» es el nombre de un volcán que está situado entre Bolivia y Chile y que es un lugar sagrado para los Atacameños. El nombre de la banda hace referencia al desierto de Atacama, en Chile, situado entre el Pacífico y la cordillera de los andes. Podremos escuchar samples en español y de peliculas viejunas (chilenas, me imagino) al principio de algunos de los temas.
El grupo se presenta como:
R.: Batería, motor
C.: Bajo, vibración
V.: Guitarra, magia
Y creedme, no podrían merecer mejor esos apodos.
Red Sun Atacama se formaron en 2015, en Paris. Grabaron una demo («Part I») y han estado tocando en Francia, Bélgica y en nuestro país desde entonces, compartiendo escenario con bandas como Mars Red Sky o Glowsun.
Las hostilidades comienzan con «The Gold». Tras la introducción; el bajo empieza a borbotear. Parece que estamos escuchando a una banda stoner, bastante energética y potente.
Aunque el sonido y la cadencia del tema son flipantes, podríamos pensar que estamos ante uno de los miles de clones de bandas de Desert rock, Stoner, inspiradas en Kyuss, Unida, Dozer, Fu Manchu y demás, que pueblan la escena.
Wait for it. Todo ocurre a partir del minuto 4:30 (aprox) de este primer tema. A esas alturas del corte hay un largo interludio musical y empiezas a darte cuenta de que hay algo muy, muy bueno sonando.
Para empezar, Red Sun Atacama, tocan muy bien. Cada uno de los componentes domina su instrumento a la perfección. Guitarras con grano, que mutan en arpegios psycho, alaridos agónicos, acoples, riffs trepidantes o distorsiones fuzz ultra graves y ácidas.
Un bajo con un pulso incansable, que rebota sin parar, agresivo a veces, sutil otras. La batería coloca rampas por las que coger carrerilla y lanzarse a un océano lisérgico, edifica sólidos muros y los derrumba con una pegada brutal, una técnica envidiable y un sonido orgánico cojonudo. La verdad es que gran parte del merito es del baterista. Sus ritmos rockean.
En cuanto a las voces, son muy buenas. Un tono rockero, pero bien modulado, con garra, estilo y presencia y al mismo tiempo, bien sumergido en la mezcla.
Mención aparte merecen los teclados. No sabemos quién los grabó, pero hay un Hammond que suena muy bien en «The Gold». Cuando el tema vuelve a subir, el cantante suena como Perry Farrell. Cool.
El disco es festivo, alucinógeno, tranquilo y furioso. Todo a la vez. Aún no me explico como han logrado, en pleno 2018, revitalizar un sonido cada vez más y más machacado, con tanta inventiva y potencia.
El segundo tema «Red Queen»es sabbathero, poderoso y con groove 70´s. Su segundo riff recuerda a Kyuss. Pero los desarrollos de Red Sun Atacama, evolucionan por caminos extraños. Y sobre todo la velocidad que imprimen a los temas, los diferencia del resto. Tienen una especie de enfoque punk rock, que se agradece. También me recuerdan, en fragmentos de este tema a los Mammoth Volume (en concreto al album «A Single Book of Songs»). Hay gritos rollo «himno cervecero» (Hey!) que imagino que en directo les funcionarán muy bien.
Lo increíble del asunto es que el grupo usa y hace suyos todos los riffs y gimmnicks del genero. Y aun así consiguen sonar divertidos y fiesteros. A cada escucha que le pego pienso: «He escuchado todo esto antes, pero no de esta forma».
Cuando llega «Cupid’s Arrow», el mas espídico del lote, ya estoy esperando un fallo. Cualquier cosa. Pero cada riff, cada parte, se sostiene por si misma. Y cuando un riff o ritmo empieza a ser predecible, el resto de músicos ayudan a auparlo rápidamente. Al fondo, tras la maraña de fuzz, suena un piano rock simple, pero muy efectivo.
Cuando me quiero dar cuenta, el tema ya se ha acabado. 1:46 de duración.
En «Drawers» podemos escuchar potentes cortes que se irán repitiendo en una especie de coda. Nos gusta mucho la parte de toms y bajo. Suena muy natural y orgánica. Y ese solo con wah que suena por encima mola. Se acaba justo cuando tiene que hacerlo. Y sigue sin bajar la intensidad, ni un ápice. Pasa lo mismo en cuanto a la inspiración.
«Empire» vuelve con un sonido más lento y denso al inicio, para después cambiar a una catarata de riffs intensos y cañeros. De nuevo con las herramientas reglamentarias (?), Red Sun Atacama golpean con potencia, con mucho ritmo y un grave fuzzero que me atrapan y me obligan a headbangear como un poseso.
El número de repeticiones de los riffs, también esta clavado; machacan pero sin hacerse pesados (hay muchas bandas que se pasan de vueltas). Y las dinámicas también están muy conseguidas.
Hay partes aquí, que suenan a clásico. Hay hasta un solo de batería. Buena mierda.
La producción es cruda y violenta, ideal para que la banda resalte sus virtudes. «Licancabur» fue grabado por Cedrick Mauer en Big Balls Studio y masterizado por Alban Ancel-Pirouelle. Buen trabajo, seáis quienes seáis. Los efectos están muy bien elegidos y la mezcla suena perfecta.
El álbum martillea y bombea en mi cabeza a la perfección. Y si se escucha a todo volumen, el disco gana enteros. Probadlo.
Como aspectos negativos, comentaré que la portada del trabajo es fea a más no poder (si, tíos, me corta todo el rollo) y que la duración del mismo es escasa. Apenas 35 minutos. Nos quedamos con ganas de más.
En el perfil de bandcamp del grupo puede leerse una descripción: «Arena, cactus y sol fundidos en una banda desértica y psicodélica».
Bueno, si uno se pone a leer los comentarios y las críticas que el público vuelca en los perfiles del grupo, es evidente que este trabajo está arrasando, de momento, a nivel underground. Virtudes no le faltan para llegar más alto. Para nosotros, álbum muy recomendable.
¡¡Saludos!!!