The Fuzztones lanzaron «Lysergic Emanations» en 1985, tras varios años machacando los clubs en NYC. Al principio, nadie parecía interesarse por su sonido garajero, ya pasado de moda hacia 15 o 20 años, pero, insistieron y defendieron a muerte el estilo en sus directos. Poco a poco consiguieron llamar la atención e ir ganando mas adeptos a la causa.
A The Fuzztones se les considera precursores del revival Garaje que se inicio a mediados de los 80 (hoy en día el estilo aun goza de muy buena salud) y además de cierto sonido proto punk/psych que nace justo en esa época.
Precursores, eso sí, junto a otras bandas contemporáneas como The Lyres (que eran de Boston) aportando lo suyo a base de fuzz y teclados, o los increíbles The Chesterfield Kings, que golpearon sobre el 81 con un álbum de covers y en el 85 con sus propios temas, además de otros combos que estaban en la misma onda: The Malarians, The Cynics, The Nomads…
Todas estas bandas admiraban el espíritu de las bandas sesenteras: los amplificadores escacharraos, los pedales fuzz primitivos, las guitarras chungas… y dice la leyenda que muchos de estos grupos trataban de conseguir a propósito ese sonido cochambroso en el estudio imitando, en la medida de lo posible, el ambiente que se respiraba en los 60s.
«Lysergic Emanations» es una colección de temas cojonudos que aparecieron recopilados de forma magistral, en un momento en el que la música discurría por caminos muy distintos a los recorridos en el álbum.
Es cierto que hay gran cantidad de versiones, pero la banda supo remozarlas, pasarlas por su filtro y hacerlas resplandecer en la oscuridad, llenando de ese brillo verdoso y fantasmagórico los cerebros de sus fans.
El sonido ultra cool del órgano Farfisa de la teclista Deb O’nair es uno de los protagonistas del sonido tan flipante de «Lisergic Emanations». El instrumento impregna cada uno de los temas con acompañamientos muy trabajados, solos (cuando tocan) muy chulos y en general dotando a todo el trabajo de un ambiente decadente, canalla, psicodélico y viejuno.
Junto a las guitarras, armónicas y voces de Rudi Protrudi, ideólogo y líder del combo, los ritmos trabajados al máximo por Mr. Ira Elliot y el bajo sinuoso de Michael Jay, The Fuzztones facturan una obra de referencia.
El disco comienza con la alucinógena «1-2-5» una versión de The Haunted. Tras el marchoso tema de inicio, vienen otras dos versiones: Una canción con un título memorable, «Gotta Get Some» de The Bold y «Journey to Tyme» de Kenny and the Kasuals, igualmente potentes y con ese sonido creepy y psicodélico que nos acompañará todo el álbum. La primera es una autentica pasada. Sobre todo con esos rebotes primitivos y el estribillo «Vamos a pillar algo». Escuchar este inicio mientras se escruta con atención el jicho artwork del álbum, con esas ilustraciones muy en el rollo Tales from the Crypt es impagable.
La magnifica «Ward 81» es la primera composición de la banda que escuchamos y encaja a la perfección entre el resto de cortes. Textos culebras, siniestrillos y macarras, ambientes insanos y melodías y ritmos deudores del rock, doo wop, surf y demás estilos malditos.
Otra dupla de versiones, ya entrando en el núcleo central del disco, nos descubren otro par de joyas. La increíble «Radar Eyes» de The Godz y el temazo de The Sonics «Cinderella». The Sonics de Seattle, son una autentica institución, un grupo que pegó fuerte con sus álbumes y los maestros indiscutibles de muchas de estas bandas de las que hablábamos al principio de la reseña.
En cuanto a «Radar Eyes» ¿que podemos decir? Id corriendo y dadle caña a «The Godz 2», segundo álbum de esta banda extraña que te cagas, experimentales y oscuros.
La verdad es que The Fuzztones lo bordan y ejecutan versiones potentes, con un sonido más definido en general (las grabaciones originales suenan un poquito como el culo) y al mismo tiempo igual de peligroso.
La extraña y molona «Highway 69» es otro tema propio, al igual que la que la sigue, la perturbadora «Just Once», tema que inmediatamente hará que enarquéis una ceja y que personalmente nos gusta, con ese toque horteroso y esas castañuelas, pero que conserva el espíritu zombie que impregna el resto de cortes.
Una de nuestras favoritas del álbum es «She’s Wicked», otro tema muy directo compuesto por la banda. Y para cerrar (dependerá de la edición que tengáis en vuestro poder) «Living Sickness» de The Calico Wall. Otra versioncita pasada por la batidora vudú de los Neoyorquinos.
Recomendaros, si no habéis catado este «Lisergic Emanations», haceros con una copia cuanto antes. Además de disfrutar con la música que contiene será uno de esos discos que os abrirá la puerta a otro buen puñado de temas originales, ejecutados hace mucho tiempo por otros grupos igual de buenos.
¡Saludos!