La banda instrumental Toundra, está pegando fuerte. Acaban de editar su nuevo trabajo (IV) a través de Century Media (bien hecho tíos) y su Post rock/Metal es conocido en toda Europa. Los madrileños siguen a lo suyo, sin vocalista y grabando buena mierda. La verdad es que la entrada de Macon (ex Adrift) les ha sentado bien. Un nuevo instrumentista siempre aporta nuevas ideas, nuevos sonidos y nuevas texturas. Los temas están muy bien interpretados, suenan limpios y frescos y en general, la producción, no interfiere en las canciones, cosa que si sucede en otras bandas del género, algunas de las cuales cambian demasiado del estudio al directo. Sus fans, por cierto, viven sus directos como experiencias religiosas y actualmente arrasan por donde quiera que pasan. En mi opinión, se zampan tranquilamente a muchas bandas guiris de su rollo y se merecen todo nuestro apoyo y respeto.
Empezamos a escuchar (IV), nos abrimos una birra y encendemos un cigarro. Repanchingados en el sofá, con los auriculares bien incrustados en el cerebro nos vamos de viaje instrumental, veamos donde acabamos:
«c» es una pieza onírica y preciosista, que progresa desde pasajes ambientales, muy minimalistas, con arpegios y punteos suaves y melódicos, cristalinos, regados con abundantes delays… La melodía va concretándose poco a poco, definiéndose lentamente sobre ritmos pesados y contundentes, que a veces nos pueden recordar a las partes más tranquilas de bandas como ISIS. De desarrollo largo, el motivo del tema va asentándose en nuestra cabeza hasta que entran las distorsiones primero y después una parte más rápida y animada. El tema empieza a cobrar intensidad, las guitarras se entrelazan, tejiendo una melodía polifónica que va expandiéndose, con un feeling solemne y optimista. La base rítmica avanza poco a poco hasta llegar a fragmentos bastante contundentes… un suave motivo nos deja en un remanso de paz, hasta la explosión final, que lleva la melodía principal hasta el clímax último del tema.
«Qarqom» suena, quizá algo más ingenua en el inicio, sobre todo en la melodía de guitarra… Aunque la base rítmica, con acordes, suena perfecta. De nuevo los arpegios y punteos con delay nos conducen hacia el mundo de la imaginación. La labor de Guillermo tras los parches es muy destacable. Barridos de platos, ritmos sincopados y musculosos, y una contundencia en las partes más cañeras que aporta poder a la canción. Parece que el disco gana en octanaje y este segundo corte llega a recordarnos a algunas partes de los progresivos Tool hacia su parte final. El motivo principal vuelve a aparecer en los últimos compases, con cortes y baterías casi glitcheadas, con ritmos que nos recuerdan al gran Jojo Mayer y sus Nerve.
Un final explosivo deja paso a un pasaje atmosférico titulado «Lluvia»… construido con lo que parecen sintes y atmósferas calmadas que se tornan, en cuanto menos te lo esperas, en acoples, pura electricidad …Guitarras con wah y disonancias, punteos rápidos escondidos tras una cortina de noise. Una pieza que, sin duda, los músicos disfrutaran tocando en los directos. Parece diseñada para dejarse llevar y olvidar estructuras, compases y abandonarse por completo.
«Belenos» empieza potente y de golpe. Con unas melodías algo mas serias, el tema comunica una sensación melancólica y acaba entrando en texturas que nos recuerdan a Anathema (vagamente). La base rítmica se hace más sonora y aparece más, con ritmos de toms y sonando más y más fuerte. Las guitarras vuelven a entrelazarse, para llevarnos a nuevos lugares más cercanos al prog, a través de distorsiones y agudos que repiquetean en nuestra mente con todo ese delay… Inexplicablemente, tras una parte de cortes terminamos en una parte de tintes folkies que parece traída de algún grupo escandinavo de pagan metal… La parte final, nos muestra un ejercicio de producción alucinante, usando los delays y la saturación de forma muy creativa y colocando la batería en otro plano. Muy bien. Otra birra.
«Viesca» es una pieza que empieza con un arpegio muy bien ejecutado, guitarras acústicas, cellos, baterías y bajos acompañando a la perfección. Partes de cuerda toman el relevo melódico, lo que parecen mellotrones y vientos aparecen en medio de todo esto… hasta acabar en una pieza de corte clásico, casi sesentera… que empieza a retorcerse en nuestra mente, hasta que acaba dándose la vuelta, cae en un bucle de disonancias (Beatles) y desaparece tal y como llegó. Muy bien resuelto de nuevo.
«Kitsune» entra con más fuerza…en esta parte del CD empezamos a buscar voces desesperadamente y a revolvernos en nuestro asiento. Ya conocemos las sonoridades y empezamos a aburrirnos un poco. De nuevo arpegios y ritmeos bien regados con delays… Aunque la técnica de los músicos es apabullante y tocan muy compenetrados, los lugares donde nos llevan ya nos suenan… Buscamos algún alivio entre tanto delay… y parece que llega con la caña… que nos recuerda a algunos temas de Amorphis… pero no. Aunque el tema explota (y bien), las guitarras tienen un completísimo catálogo de trucos y la música sigue fluyendo… algo pasa. Seguimos aburriéndonos. Tras el enésimo subidón, andanada de acoples y ritmo que parece que anuncia algo, nos hallamos de nuevo en medio de otra melodía guitarrera, esta vez con tintes algo orientales… La batería esta desatada, las guitarras suenan alto… parece que con el final el tema se endereza…
MRWING es un interludio: parece que surge de la cola de «Kitsune», como si la banda llevara tocando ya un rato… pero tiene otra armonía distinta. Este tema empieza justamente en un grado de intensidad con el que acaba el anterior, para desvanecerse en el silencio.
«Oro Rojo», el último corte de este (IV) comienza fuerte, con un ritmo machacón y poderoso, con un bajo muy bien trabajado. La parte se deconstruye poco a poco y Toundra vuelven a uno de sus remansos con arpegios post que, nos llevan a la música de esos anuncios de telefonía donde chicos y chicas miran un atardecer con algún aparatejo en sus manos. Aunque luego, menos mal, la banda llega a una parte informe y más ruidosa. El desarrollo del tema nos muestra de nuevo a unos músicos muy competentes, muy bien ajustados y que dominan a la perfección sus instrumentos, pero a estas alturas seguimos esperando algo, un cambio más radical, otras sonoridades. A pesar de que todo parece estar en su sitio, cuando llega el silencio y todo acaba, echamos de menos partes más cañeras, más explosiones, más ruidera, que se yo… más peligro.
Toundra es una banda muy original, con mucha personalidad, aunque – y seguro que ya se ha hablado de esto – la falta de vocalista les deja a veces en coyunturas complicadas, en cuanto a que, hace falta ser muy bueno para evolucionar casi una hora sin tostar al oyente. Ellos los son, lo llevan demostrando ya algunos años y, en fin, su música esta a la altura la mayoría de las veces.
(IV) es un disco que requiere esfuerzo por parte del oyente; obviamente esto no es pachanga ni mierda prefabricada. Siendo completamente sinceros, el disco nos engancha, sobre todo al principio, pero en su parte final se nos torna algo aburrido. No somos especialmente fans de este «género» o «estilo», y aun así hemos disfrutado muchas partes del CD, lo cual dice mucho del buen hacer de la banda. Resumiendo, que nos enrollamos: (IV) nos deja muy buenas sensaciones, recomendamos su escucha y esperamos que a Toundra les siga yendo igual de bien que hasta ahora. Ellos son un claro ejemplo de que aquí se toca muy bien y que con esfuerzo y dedicación puede llegarse muy lejos, manteniendo la integridad y la personalidad intactas.